Tuesday, December 15, 2009

Desorden y dolor precoz. Novela de niños.


Los relatos Desorden y dolor precoz, de Thomas Mann, y Novela de niños, de su hijo primogénito Klaus Mann, aun con su carácter de obras independientes, constituyen un ineludible conjunto: el relato de Klaus Mann no puede entenderse sin la existencia del primero, al que ilumina y complementa.
Este relato, que pronto se convirtió en uno de sus favoritos, fue, sin embargo, el más detestado por sus hijos. Thomas Mann, nunca demasiado preocupado por separar realidad y ficción, utilizó su entorno familiar como escenario de su relato. Klaus Mann, que había iniciado ya una precoz andadura literaria bajo la ineludible sombra del padre, respondió con elegancia al cruel retrato que sobre él, amparándose en el nombre de Bert, había hecho el gran escritor. El resultado de su respuesta es este otro gran relato, Novela de niños, que se publicó en 1926, igualmente ambientado en el entorno familiar de los Mann, pero con nuevas implicaciones sutiles y sorprendentes.
En 1925 el ya celebérrimo Thomas Mann publicó en una revista literaria de Berlín un cuento largo: Desorden y dolor precoz. El cuento aborda un tema delicado: la súbita atracción de una niña pequeña hacia un joven y elegante amigo de su hermano. Un límite entre la infancia y la edad adulta, lo vivo y real que -acaso razonablemente- esté prohibido.

Pero para abordar ese tema, Thomas Mann (el doctor Cornelius del cuento) se basó en su propia familia. Retrató por encima el deterioro de aquella Alemania inflaccionista, pobre y enormemente abierta a la modernidad de la primera postguerra, y escogió a cuatro de sus hijos como personajes: la niña que sufre prematuramente de amor, Lorchen, es Elisabeth, la hija favorita de Thomas. Bert, el hijo rebelde, lleno de amigos estrafalarios, actores, travestis y homosexuales, es indudablemente Klaus, ya incipiente escritor, del que se dice no domina nada ni sabe hacer nada y no piensa más que en hacerse el gracioso. Junto a él, Beisser e Ingrid; ésta es Erika, tratada con más cariño, aunque también moderna e intrépida.

La reacción del incipiente escritor y hombre público Klaus Mann al “crimen del relato” de su padre fue una moderación y discreción extremas, aunque privadamente reconoció sentirse perjudicado. En la primavera de 1926 –menos de un año después de la publicación de Desorden- Klaus inició la redacción de la Novela de niños. Aunque Klaus Mann nunca lo presentó explícitamente como una respuesta premeditada a Desorden y dolor precoz, lo cierto es que toda una serie de maliciosas coincidencias hacen pensar que lo fue, y no sólo en el subconsciente.

Sabemos -por una carta a su hemana- que a Klaus Mann no le gustó (o le ofendió) el retrato que, indirectamente, su padre hacía de él en el cuento. Y siempre se ha supuesto que su novelita, publicada cuando solo tenía veinte años (si se tiene en cuenta esa edad la novela es una pequeña obra maestra) es una respuesta, indirecta también, al cuento paterno. En Novela de niños el célebre padre, un filósofo, ha muerto y los niños -nuevo retrato de los Mann, especialmente de los mayores- viven en el campo con una guapa madre viuda. Pero un joven atractivo y rebelde (como los de la fiesta del cuento de Thomas) acude a ver a la mujer, como admirador del difunto filósofo, y los enamora y encandila a todos. Novela de niños, aunque escrita en un estilo más sencillo y directo que Desorden y dolor precoz, presenta complejidades mayores en el significado. El nuevo embarazo de la madre, ese muchacho atractivo y rebelde, Til, lleno de connotaciones homosexuales, y probable imagen del joven surrealista francés René Crevel, a quien Klaus Mann dedicó la obra convierten al relato en un rico entramado de insinuaciones y guiños de matiz psicoanalítico. El gran Thomas Mann aparece como el fuerte tirano que solo piensa en su obra y que convierte a su mujer -Katia- a la vez en esclava y enfermera. Parece querer más a los hijos que menos sombra pueden hacerle (Golo, Monika) y tiene un ambiguo trato de protección y desamparo con los mayores, rebeldes y creativos, Klaus, el escritor -que acabó suicidándose a los 43 años- y Erika, comunista y artista de cabaret. Además estaba Heinrich -el hermano de Thomas- también escritor.

No obstante, más que todas las coincidencias, lo que emparenta Novela de niños con Desorden y dolor precoz es el meticuloso juego de contrastes: si Thomas escribía desde la óptica del padre, Klaus describe el universo mental del niño; si Thomas excluía del relato a Golo y Monika, Klaus sustrae a Michael y a Elisabeth, quien “nace” al final del relato; si Thomas desgranaba con gran agudeza psicológica la relación de un padre con una niña, Klaus opta por mostrar la que un niño mantiene con la madre; si Thomas describía el señorial entorno urbano de la casa de los Mann en Munich, Klaus prefiere el microcosmos maravilloso de la casa de campo en Bad Tölz; si en Thomas la generación joven aparece en forma de colectivo, Klaus la reduce a la figura única del joven seductor Til. Demasiada precisión en las diferencias como para que el paralelismo polarizado de ambos relatos sea fruto del azar.

En el universo intemporal y extremadamente burgués de la familia tal como la concibe y describe con tanta precisión en Desorden y dolor precoz, Thomas Mann halló un entorno capaz de arropar su tortuosa y autocorrosiva individualidad literaria. No obstante, con ello no hizo sino legar en herencia un conflicto mayor a esta misma familia que había constituido su refugio y que, acosada por su sombra descomunal, no siempre encontraría el modo de resolverlo. Los dos relatos que aquí se presentan, a modo de réplica y contrarréplica, constituyen un reflejo extraordinariamente sutil de dicho conflicto y ponen una vez más de manifiesto la intrínseca fecundidad que tienen siempre lo conflictivo para la creación artística y literaria.

El mundo de Thomas, Klaus, Erika y una Katia idealizada o metaforizada, está en estos dos textos literarios, ambos de alta calidad. Nadie descubrirá a Thomas Mann, pero muchos lectores quizá descubran ahora a Klaus Mann, escritor de muy otra honda (inquieto, moderno, agilísimo, homosexual) que aunque pareció siempre luchar contra la sombra de su padre, tiene sin duda, un puesto singular y propio en la literatura alemana.

Desorden y dolor precoz. Novela de niños.
Thomas Mann / Klaus Mann
2000 - Alba Editorial - Clásicos modernos. 1ª Edición / 163 págs.

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